Tamaño productivo y mercado agregado, claves del asentamiento demográfico
Hace unos días hemos asistido a la presentación de resultados de INDITEX, donde al margen de su facturación, resultado, contribución fiscal, presencia institucional y socioeconómica.
Un dato sobresale del resto de manera continuada, y este no es otro que su incidencia en términos de creación de empleo, con 170.000 empleos en todo el mundo, a los que si les añadimos el empleo indirecto creado a través de la contratación de sus múltiples proveedores, este se sitúa en más de un millón de puestos de trabajo mundiales.
Si trasladamos estos datos a nivel de Galicia, su empleo global (directo + indirecto) sobrepasa el 5% del empleo asalariado privado regional y el 6% del PIB autonómico, con más de un millar de proveedores autonómicos. Y es precisamente el efecto tamaño laboral el que queremos resaltar, dentro de una realidad sociodemográfica reducida como es Galicia, donde la despoblación y el envejecimiento son sus características. La dimensión empresarial es clave en términos de empleo y más en una economía como la gallega, donde la microempresa y el empleo autónomo son dominantes, a lo que se une un poblamiento disperso y un medio geográfico incómodo en clave de distribución empresarial. Cabe preguntarse bajo este entorno: ¿cuánto emprendedor individual debe crearse para compensar en términos de empleabilidad el cierre de una empresa de 250 empleos?, y más en un contexto con una demanda interna dispersa, lo que condiciona la estabilidad de sus ventas. Si pretendemos que un emprendedurismo de subsistencia sea quien de facilitar el asentamiento de una capacidad productiva dinamizadora y una población joven, es que poco hemos aprendido de esta crisis.
Bajo este contexto la necesidad de adoptar políticas que favorezcan el incremento de la dimensión socioeconómica ya sean en términos de demanda agregada como de capacidad socio-productiva se convierte en una condición necesaria si se quiere facilitar un asentamiento poblacional integrado y sostenible. Por ello, se convierte en una estrategia de desarrollo imprescindible, el impulso y fomento público decidido en cuanto a la creación de unidades empresariales de una dimensión sostenible (balance, facturación y plantilla) y dirigidas éstas hacia actividades derivadas o complementarias de aquellos recursos donde la especialización regional es mayor: pesca y silvicultura, forestal e industria de la madera, automoción, fabricación de material de transporte, ganadería, derivados lácteos y textil.
Pero también y de forma paralela a esa incentivación empresarial en términos de tamaño y especialización, es necesario estimular la creación de un mercado interno cohesionado y capacitado en términos de consumo y urbanismo. Para ello, la concentración poblacional es factor clave, siendo estrategias dirigidas en esta línea las políticas de fusión municipal, prestación mancomunada de servicios básicos o la especialización productiva de áreas comarcales. Ello, facilitará a los dirigentes públicos locales negociar servicios básicos y atraer la iniciativa privada en mejores condiciones contractuales y de expectativas de rentabilidad así como acceder a proyectos e iniciativas empresariales mayores, susceptibles de generar ventajas competitivas sostenibles e integradores a la vez con el medio y con la sociedad de asentamiento.