Tirón de orejas
La semana pasada les conté que había participado en una mesa redonda sobre mujeres, empresa, tecnología e innovación.Volví de Madrid convencida de que, a pesar de nuestra escasa presencia en este mundo, aún es posible recuperar terreno y no perder el tren de la riqueza que vendrá de la mano de la era tecnológica.
Pero esta semana se me ha caido el alma a los pies. Una colega, sabedora de mi hobby de contar/vigilar la presencia femenina en foros de toda índole, me envía el programa de un seminario de dos días completos sobre estudios tributarios en Vigo. Examino con detenimiento el contenido y sus ponentes. Son diez señores los que intervienen, abogados y economistas, no figura ninguna mujer.
Tal vez usted piense “aquí está otra vez con la retahíla”. Pues sí. Porque este es un ejemplo nítido de la falta de reconocimiento, visibilidad y equidad hacia las mujeres. Es la prueba fidedigna de la nula sensibilidad hacia la paridad en algunos estamentos e instituciones.
No estamos hablando de la estiba, donde sabemos que ellas tienen las puertas cerradas, no hablamos de las Fuerzas Armadas, donde el avance es lento. Estamos hablando de áreas como la economía y el derecho, sectores donde no sólo hay mujeres, sino que en algunos de sus desempeños son clara mayoría. Les doy algunos datos para que entiendan ustedes por qué estoy negativamente asombrada:
En la Facultad de Economía de la USC son 73 las profesoras, representan el 42% de la plantilla.
En la UDC, en la misma facultad, son 62 mujeres las que imparten clase, lo que supone en torno al 40% del total docente. En Vigo son 60 mujeres en Económicas, un 38% del total.
Es decir que en las tres universidades gallegas son 195 las profesoras que imparten enseñanza en la materia.
En las facultades de derecho ocurre otro tanto. Tan sólo en la USC son 59 hombres docentes y 49 mujeres.
Comprenderán ustedes que la pregunta resulte obvia: ¿cómo es posible que en un seminario sobre tributos, auditorías, fiscalidad... no figure ni una sola ponente femenina? No creo que esto responda a una estrategia deliberada de evitar la visiblidad de las muchas profesionales que se dedican a este sector. Eso sería casi maquiavélico y gravísimo. Sin duda es simplemente falta de sensibilidad, ausencia de conciencia sobre el concepto de paridad. Y esto no es menos grave.
Es preocupante que en sectores donde existen muchas mujeres capacitadas, con excelentes trayectorias profesionales y altos cargos de responsabilidad no se perciba una mirada de género para elaborar un programa equilibrado.
Aquí estoy con mi retahíla, sí. Y advierto que lo seguiré haciendo, humildemente desde esta esquina de opinión. No se trata de levantar un dedo acusatorio o condenar a nadie, pero permitanme que dé un tirón de orejas a quienes se olvidan de que somos la mitad del mundo.