Una mujer en Comisiones
Llevo muchos años trabajando en el ámbito de la equidad entre mujeres y hombres, con el convencimiento de que la igualdad de oportunidades es un elemento de progreso para el conjunto de la sociedad.
Por ello me alegro de que a la dirección de los sindicatos lleguen también las mujeres y felicito desde aquí a la nueva secretaria general de CC.OO. de Galicia, Amelia Pérez. Es la primera vez que una mujer asume esta responsabilidad en Galicia y, sin duda, es una prueba de que las cosas también cambian en los sindicatos, hasta no hace mucho trincheras exclusivamente masculinas.
Las explicaciones de la ausencia de mujeres en las direcciones sindicales no difieren mucho del resto de las instituciones: las mujeres llegaron más tarde al mercado laboral y en peores condiciones: salarios más bajos, temporalidad más alta y con la carga familiar a sus espaldas no quedaba tiempo material para realizar trabajo sindical. Pero también es cierto que la propia dirigencia masculina no lo puso fácil y las propias sindicalistas reconocen que, llegado el momento de sentarse a negociar, los asuntos que atañen directamente a las condiciones laborales femeninas quedan en segundo o tercer plano frente a las generales.
A la nueva secretaria general le esperan grandes retos en un momento delicado. Desde el punto de vista interno, CC.OO. debe recuperar músculo: en la pasada crisis perdieron 10.000 afiliados. En la actualidad en Galicia Comisiones cuenta con 46.920 afiliados.
Por otro lado, Amelia Pérez tendrá la siempre delicada tarea de cohesionar y unir a su organización, recordemos que fue elegida con 97 votos a favor y 52 en contra. Para afrontar los desafíos post-pandemia lo indispensable es poder centrarse en los objetivos de la organización y no en las discrepancias internas.
Después de tantos años, aun no estoy del todo convencida de que exista un liderazgo femenino claramente diferenciado del masculino. Seguramente existen distintas formas de hacer las cosas, diferentes sensibilidades, pero creo que cuando se trata de coger las riendas de una organización como un sindicato, donde las formas de organización, las modalidades de gestión y liderazgo vienen marcadas desde hace ya tanto tiempo, es sumamente probable que sea muy difícil introducir cambios.
Y lo que hoy necesitan las organizaciones es precisamente eso: cambio. Esta crisis nos ha demostrado que un virus puede cambiar nuestra forma de vida, de trabajar, de consumir, de relacionarnos. Lo que creíamos imposible: cerrar la hostelería, cerrar las fronteras, prohibir los viajes, reunirnos presencialmente se ha producido y la consecuencia fundamental es que la vida diaria de los ciudadanos puede ser distinta.
Hemos experimentado las restricciones horarias y los toques de queda, el teletrabajo conjugado con la presencialidad. Es necesario sacar lecciones y plantear en serio una amplia regulación horaria que permita una conciliación real.
Todos los informes realizados indican que España está a la cola en materia de productividad y que eso la hace menos competitiva. Todos los estudios en materia de igualdad de género apuntan a que sin conciliación de horarios y sin corresponsabilidad no habrá igualdad real entre sexos. Y Los sindicatos deberían jugar un papel fundamental en el cambio de la organización de la vida laboral. Tal vez ello les permita recuperar el músculo perdido.