Informe del IDEGA "La Economía Gallega. Informe 2019-2020"
La tercera ola de la pandemia y el retraso en la vacunación ajustan a la baja las previsiones de crecimiento
El informe elaborado por el Instituto de Estudos e Desenvolvemento de Galicia (IDEGA) de la USC bajo la coordinación del profesor Alberto Meixide recoge datos de 2019 y 2020, poniéndolos en contexto con la evolución económica de Galicia desde 2015. Así, el PIB gallego creció un 1,8% en 2019, dos décimas menos que en el conjunto de España, pero cinco décimas más que en la Eurozona. Desde 2015 hasta 2019 la tasa de crecimiento del PIB gallego, a pesar de que positiva, va siendo cada año menor a la del año anterior y con la peculiaridad de que la tasa gallega siempre (excepto en 2015) fue inferior a la española. "Los resultados confirman que en recesión la economía gallega no cae tanto como la española, pero en períodos expansivos crece menos", constata el informe.
El escenario gallego sufre un cambio radical a partir de marzo de 2020. El Instituto Galego de Estatística (IGE) estimaba que 2020 finalizará con una contracción del PIB del -9,7% mientras que en 2021 el crecimiento será del 8%. Estas estimaciones se sitúan en la franja más elevada, frente a otras en las que se espera una caída más fuerte en 2020 y una recuperación no tan intensa en 2021. Según se señala en el estudio parece existir cierto consenso en que la contracción del PIB gallego será inferior a la del conjunto de España. La especialización sectorial de la economía gallega es uno de los factores que explica esta diferencia.
Previsión para 2021
Por lo que respecta al 2021, los autores de "La Economía Gallega. Informe 2019-2020" son cautos a la hora de hacer previsiones sobre el devenir tanto de la economía gallega como de la, por el grado de incertidumbre existente. Factores como la duración e intensidad de esta tercera ola de la pandemia, el tiempo estimado para vacunar a la población, las repercusiones del acuerdo de Brexit en determinados sectores productivos, la capacidad de gestión de los fondos europeos, las políticas de la nueva Administración estadounidense y sus implicaciones en el comercio internacional o el desarrollo de las reformas estructurales pendientes marcarán la evolución de ambas economías en los proximos años.
Evolución de la demanda y de la oferta
Desde la perspectiva de la demanda, todos los componentes de la demanda interna tuvieron en 2019 una aportación positiva al PIB. En 2020 la caída de la demanda interna fue notable, siendo muy intenso el descenso en la formación bruta de capital y en el gasto de los hogares y de las ISFLSF (instituciones sin fines de lucro al servicio de los hogares). Desde el lado de la oferta, la evolución en 2019 de los grandes sectores fue muy irregular y en 2020 la industria manufacturera fue, en el segundo trimestre, el principal sector perjudicado por la crisis sanitaria, descendiendo su VAB (valor añadido bruto) un 29,6%. También fueron notables las caídas en la construcción (-19,6%) y en los servicios (-16%), que se amortiguaron en el tercero trimestre. En el sector primario fue donde menos se sintieron los efectos de la crisis.
Empleo
En el mercado de trabajo gallego el crecimiento sostenido de la ocupación de 2015 a 2019 no fue suficiente para la recuperación del empleo previo a la crisis de 2008. El año 2020 comenzó con 106.000 ocupados menos y 32.000 parados más que en 2008. El inicio de la pandemia acentuó la pérdida de población activa lo que atenuó el impacto en términos de desempleo. La tasa de paro tuvo un valor similar al de 2019. Los datos de ocupación de la EPA (y también los de afiliación a la Seguridad Social) muestran un empeoramiento del mercado laboral en 2020 muy inferior a lo que correspondería habida cuenta el nivel de destrucción de PIB. La tasa de variación interanual de la ocupación del segundo trimestre de 2020 fue, según la EPA, del -4,4% frente al casi -18% de variación en el PIB. La clave para explicar todas estas diferencia son los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE).
Sector agrario
En 2019, la dinámica del sector agrario gallego se caracterizó por un fuerte crecimiento de los volúmenes de producción, pero especialmente en las ramas ganaderas. Pero el deterioro de los precios provocó que la renta permaneciera estancada. Al mismo tiempo continuó la reducción de la mano de obra en el sector, lo que posibilitó una mejora de la renta por ocupado próxima al 5%, en línea con las tendencias de las tres últimas décadas. Al igual que sucedió en la Unión Europea y en España, también en Galicia las ramas que integran el complejo agroalimentario fueron de las menos afectadas en 2020 por la crisis económica derivada de la pandemia. Sin embargo, el hundimiento de las ventas en la hostelería y restauración originó fuertes cambios en la estructura del consumo alimentario, con un notable impacto en ciertas producciones. Dos ramas muy afectadas por este contexto fueron el vacuno de carne y el ovino y caprino, que sufrieron una importante caída de los ingresos. Mientras que, en el lado positivo, destaca el buen comportamiento que siguió manteniendo el sector lácteo, que registró una fuerte expansión de la producción (por encima del 4%) acompañada de una estabilidad o ligera alza de los precios. El resultado global es que, en un contexto de intensa recesión económica, el sector agrario cerró el año con una relativa estabilidad.
Mar
En las actividades del mar, la pesca fresca desembarcada en Galicia en 2019 experimentó la mayor caída en 15 años, si bien el precio medio alcanzado en primera venta fue el más alto. La producción de acuicultura fue de 268.132 toneladas, frente a las 158.167 de la pesca En 2020, el acuerdo del Brexit cedió al Reino Unido el 25% del valor medio de las cuotas en aguas británicas. En ese año la pesca gallega experimentó pérdidas en la facturación de alrededor de 20 millones de euros. La crisis también provocó en la acuicultura un descenso en las exportaciones de mejillón fresco, que llegó a ser del 50% en el mes de abril, y disminuyó la producción de almeja y berberecho durante los meses de confinamiento.
Industria
En 2019 el VEB de la industria manufacturera fue similar al de 2018, con un crecimiento (0,6%) inferior al de otros macrosectores. La carencia de pedidos es el principal factor limitativo de la actividad industrial en los últimos años. En un escenario convulso ante las noticias de cierre de empresas estratégicas para Galicia, los primeros trimestres de 2020 reflejan una severa caída en la producción en casi todas las divisiones industriales. El incremento de la automoción constituye una importante excepción.
Según recoge el documento del IDEGA, el nuevo marco financiero plurianual de la Unión Europea debería permitir diseñar una política con mayor incidente en la industria ya que a los tradicionales fondos estructurales se han de añadir los Next Generation EU. Al margen de estos fondos, la mayoría de organismos que inciden en la política industrial gallega tomaron medidas excepcionales en 2020 ante la pandemia.
Construcción
La crisis del covid provocó en 2020 caídas del VAB en el sector de la construcción gallego con un aumento del paro, un descenso de las afiliaciones a la Seguridad Social y un empeoramiento en las expectativas empresariales. En ese año, la oferta de vivienda, que cayó fuertemente en el conjunto de España, continuó creciendo en Galicia, si bien, en ambos casos, la pandemia provocó una caída de la demanda. El precio medio de la vivienda se mantuvo en Galicia en 2019 y bajó ligeramente en la primera mitad de 2020. En lo que respecta a obra pública, se constata una tendencia contraria a la del resto de España: esta disminuyó en 2019 maestros que subió en los ocho primeros meses de 2020, con caída del gasto de la administración central y fuerte alza del gasto autonómico.
Sector servicios
La senda de recuperación del sector servicios, que había tenido un crecimiento del VAB del 2,7% en 2019, se truncó bruscamente en 2020 mostrando una trayectoria muy irregular a lo largo de todo el ejercicio. La hostelería, las actividades administrativas y servicios auxiliares, las artísticas, recreativas y de entretenimiento y el comercio fueron las ramas más dañadas. En la distribución comercial, a pesar de la utilización de los ERTE, la ocupación en los tres primeros trimestres de 2020 cayó un 6,4%, en torno a 11.000 trabajadores. En el sector turístico, tras los buenos resultados de 2019 (más de cinco millones de viajeros y once millones de estancias), se produjo en los diez primeros meses de 2020 una reducción del 59% en el número de viajeros y de más del 55% e estancias. Con la pandemia también se desaceleraron las matriculaciones de vehículos en Galicia y los aeropuertos gallegos tuvieron un comportamiento muy negativo.
Comercio exterior
El comercio exterior gallego no fue ajeno la situación económica general. En consonancia con la trayectoria del comercio mundial, en los ocho primeros meses de 2020 bajaron tanto el valor de las exportaciones (-13,5%) como lo de las importaciones (-21,2%). Los principales grupos arancelarios se vieron afectados por este descenso, excepto los productos alimentarios y las exportaciones de automoción. Por otra parte, después de recibir en 2019 una cifra récord de inversión extranjera directo (723 millones de euros), en el primer semestre de 2020 la cuantía se reduce a 25,8 millones de euros. Por el contrario, la inversión extranjera emitida por Galicia en el primer semestre de 2020 fue de 1.725,5 millones de euros. Las actividades inmobiliarias y el comercio al por menor siguen concentrando las inversiones gallegas en el exterior tanto en 2019 como en 2020.
Sistema financiero
Finalmente, el estudio del IDEGA presta atención al sistema financiero gallego, que experimentó en 2019 una reducción del 9,1% en la red de oficinas (finalizando el año con 1.355 sucursales) y un crecimiento del negocio del 3%. La irrupción de la crisis sanitaria del covid-19 está actuando como factor acelerador del proceso de ajuste de capacidad, dado el sustancial impacto que tuvo en términos de caída de la actividad económica e impulso al proceso de digitalización de la sociedad, incorporando presión adicional a los ya bajos niveles de rentabilidad del sistema financiero. Por su parte, el sector asegurador acentuó en 2020 la caída que ya había experimentado en 2019.