Jornada en la CEC
La sucesión, punto débil de la empresa familiar
La Confederación de Empresarios de A Coruña (CEC) acogió la jornada titulada “La sucesión de la empresa familiar. Aspectos jurídicos y tributarios”, organizada en colaboración con el despacho Parada y Cotelo, Abogados y Asesores, y en la que participaron una veintena de empresarios de la provincia.
La jornada, presentada por el presidente de la CEC, Antonio Fontenla, estuvo impartida por el profesor de Derecho Procesal de la Universidad de A Coruña (UDC), socio director del área juridica y abogado del departamento de derecho privado de Parada y Cotelo y árbitro de asuntos mercantiles de la Asociación Europea de Arbitraje (AEADE), Pablo Parada, y el socio director del área económica y responsable de la asesoría fical y tributación de Parada y Cotelo, Carlos Cotelo.
El objeto de la formación fue sensibilizar en la necesidad de la correcta gestión legal y fiscal en la sucesión de la empresa familiar para facilitar su continuidad, informando sobre aquellas medidas tributarias y jurídicas como el Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones, aspectos civiles, testamento, la partición y posibles cláusulas.
Antonio Fontenla explicó que, a pesar del trascendente papel que la empresa familiar juega como motor de generación de empleo y de riqueza económica y cohesión social, esta tipología de empresa tiene su punto débil en la sucesión, y recordó que ya en los últimos tiempos se han desarrollado herramientas de gestión jurídicas y fiscales para favorecer su continuidad y supervivencia. “Las empresas familiares representan el 65% del tejido empresarial de España, generan aproximadamente el 60% del PIB y dan ocupación a más de ocho millones de trabajadores. En Galicia cerca de un 85% del tejido empresarial lo ocupa este tipo de empresas” –manifestó–.
Dado el carácter familiar de la propiedad, la gestión y el gobierno, el presidente de la CEC señaló que la esperanza de vida de las empresas de carácter familiar representa la mitad que cualquier otro tipo de sociedad. “Solo entre un 10 por ciento y un 15 por ciento de las empresas familiares llegan a la tercera generación”, indicó.
Para propiciar la permanencia y el éxito en su continuidad, Fontenla explicó que las empresas familiares, con el apoyo de las Administraciones Públicas y los empresarios, deben consolidar una estructura de gobierno “operativa y eficaz” que garantice su buen funcionamiento, así como el respeto a los derechos de información y retribución de sus accionistas. Además, apuntó que deben promover una comunicación fluida y constructiva y unas normas compartidas de comportamiento que les sirvan para prevenir, gestionar y resolver de forma constructiva los posibles conflictos que se produzcan. Y, por último, destacó que deben procurar la preparación de los continuadores.