Encuentro organizado por Asime y Marca Franca
Una jornada aborda cómo el compliance puede incrementar la competitividad de las empresas industriales
El encuentro fue inaugurado por Enrique Mallón, secretario general de Asime, destacando que para Asime "es fundamental hacer una buena defensa del derecho de competencia. Tenemos más de 600 empresas asociadas, muchas de ellas trabajan para el exterior. De hecho, más del 80% de la producción de nuestras empresas va al mercado internacional, donde el compliance es no solo valorado para conseguir contratos, sino en muchos casos incluso exigido. Sobre todo para trabajar con multinacionales, son necesarios esos estándares de calidad, no solo en lo referido al cumplimiento de la legalidad, sino también al compromiso social y ético que desde Asime consideramos fundamental”.
Sylvia Enseñat, presidenta ejecutiva de ASCOM, resaltó que en las empresas grandes y multinacionales ya está muy implantado el compliance, pero las pymes aún existe más reticencia porque ven menos riesgos. Sin embargo, es importante que las pymes vean el valor del compliance para evitar corrupción y blanqueo de capitales, para optar a contratos con multinacionales, participar en concursos públicos, fondos next generation y subvenciones, donde ya se valora e incluso se exige el compliance, y sobre todo generar valor en la marca de la empresa, que es un activo cada vez más importante en la economía globalizada de hoy en día.
José Antonio Rodríguez, responsable de investigación de la Comisión Galega da Competencia, explicó que” la función de las autoridades de competencia no es sancionar per se, sino defender a quien actúa bien en el marco de la licitación pública. El compliance no es una moda, no es un gasto, es una inversión en el valor de nuestra marca para evitar daños e infracciones”.
Finalmente, Francisco Caamaño, socio fundador y abogado de Marca Franca y exministro de Justicia, incidió en que “la cultura de compliance no solo se trata de evitar la sanción, es la gestión de riesgos para llegar a la sanción y, lo que es más importante, para evitar el daño en la imagen y reputación de nuestra empresa. No solo se trata de cumplir la legalidad, sino también de tener un compromiso social y ético que es cada vez más valorado. A priori se puede pensar que el compliance es un gasto, pero realmente genera beneficio en la empresa, porque tener un programa de cumplimiento es una garantía para conseguir más y mejores contratos, porque nuestra marca es más confiable de cara a proveedores, inversores y licitaciones públicas”.