Cómo planificar una solicitud de préstamo
Solicitar un préstamo es un proceso rápido y sencillo en lo que se refiere a las acciones materiales, pero requiere cierta reflexión y cálculos, también por parte del cliente, para tomar buenas decisiones.
En el mercado, hay muchísimos tipos de préstamos: desde los préstamos de 200 € que se pueden ver en Compinero, hasta las grandes hipotecas o préstamos de reunificación de deudas, pasando por préstamos de cantidades intermedias. Como es lógico, cada tipo de préstamo es adecuado para una situación diferente.
Por tanto, el primer paso para solicitar un préstamo debidamente es definir bien lo que se necesita en términos de cantidad de dinero y plazo y lo que se puede apostar en términos de garantía, aval, nómina, si se está en ASNEF o no, etc.
Teniendo claro esto, el listado de posibilidades que nos ofrece el mercado ya se habrá reducido considerablemente.
A continuación, incluso antes de seleccionar un prestamista en concreto, conviene hacer un cálculo de ingresos y gastos mensuales, de modo que sepamos exactamente qué cantidad en concepto de devolución de préstamos e intereses podemos pagar. Para hacer esto, cuanto más exhaustivos seamos, mejor. Es decir, no basta con añadir el alquiler y los gastos de luz y gas como gastos, sino que debemos hacer el listado de gastos más completo que podamos, añadiendo incluso aquellos pequeños caprichos como cervezas o suscripciones que todas juntas pueden sumar una buena cantidad.
Sabiendo lo que realmente te puedes permitir pagar, es el momento de acudir a las webs de las diferentes instituciones prestamistas y utilizar sus simuladores de préstamos. A partir de aquí, simplemente se puede seguir la lógica de elegir lo mejor dentro de lo que cumple con lo que se necesita.
Pero, ¿qué es lo mejor?
Hay que fijarse en la TAE, las comisiones de servicios extra como la devolución anticipada, la prolongación del préstamo o los intereses y tarifas por mora y, en definitiva, leer el contrato completo que cualquier entidad seria te dejará ver si se lo pides.
Con esto se consigue una idea de lo que realmente ofrece el mercado acorde a las características que se necesitan, pero todavía se puede dar un paso previo antes de hacer la solicitud final.
Puesto que ya se sabe cuánto se puede pagar y cuánto se va a tener que pagar (gracias a la simulación) conviene trazar un plan B por si ocurrieran imprevistos. Del listado de gastos que hicimos al principio, ¿qué gastos se podrían reducir si ocurriera algo inesperado? Lo ideal es que seas capaz de generar un colchón de seguridad equivalente a la cantidad del préstamo y si no puedes, lo mayor posible.
Ahora sí, llega el momento de elegir al prestamista y hacer la solicitud. A estas alturas deberías saber exactamente lo que te puedes permitir pagar y lo que podrías generar si ocurriera un imprevisto, así que deberías tener claro qué límites no puedes pasar.
Si no hay ningún prestamista que cumpla con tus expectativas, es probable que solicitar un préstamo no sea la solución y que de hacerlo no estés más que empeorando tus problemas.